Recientemente, los medios mostraron –como algo “novedoso”- que Argentina se transformó en “el país de la precocidad”, ya que más de 3 mil niñas de entre 10 y 14 años se convierten en madres, cada año. La otra cara de esta situación es que el aborto clandestino pasó a ser la principal causa de muerte de mujeres gestantes y de más de 600 mil hospitalizaciones anuales. Una “inseguridad” de la que no se habla, pero que podría evitarse con educación sexual laica y científica en todos los niveles y sin injerencia de la Iglesia; con anticonceptivos gratuitos en todos los hospitales y centros de salud y con servicios de aborto legal, seguro, libre y gratuito en todos los hospitales públicos. Como parte de la Campaña Latinoamericana por el Derecho al Aborto, que lanzamos en el número anterior de Pan y Rosas, entrevistamos a Alicia Stolkiner, titular de la Cátedra de Salud Pública de la Facultad de Psicología de la UBA.
A pesar que en 2002 se creó el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, un altísimo porcentaje de mujeres desconoce sus derechos, no tiene acceso a la anticoncepción gratuita o a los servicios de salud reproductiva y jamás recibió educación sexual, ¿qué opinás sobre esto?
Creo que tiene que ver con cómo la sociedad entiende a la mujer. Amamantar, trabajar, sostener la familia, criar hijos, apoyar a las vecinas que tienen problemas de salud: todo eso lo esperan de la mujer. Hablar de salud reproductiva significa que todas las mujeres accedan a todos esos servicios, pero también a un estándar de vida adecuado. Y acá entra en juego otra cosa, porque los números más fríos aparecen en la pobreza y no sólo por falta de anticonceptivos. El tema es que cuando se trata de implementarlas como política pública estallan cuestiones ideológicas, entonces parece que el problema es la distribución gratuita, pero no la venta.
Y hay datos cada vez más alarmantes, como la imposición de la educación religiosa en colegios públicos de Salta o la judicialización de los casos de aborto no punible en Mendoza; además de que aún no contamos con el derecho al aborto…
Esta es una sociedad que penaliza simultáneamente la maternidad y el aborto y donde el nacimiento de una persona es responsabilidad individual de la mujer y no una responsabilidad social. Además, hay algo claro: la mayoría de los sectores conservadores que se oponen al derecho al aborto son los que están por la pena de muerte, por eso no es un problema con el valor de la vida, sino con la propiedad de las mujeres sobre su cuerpo. El peso de la Iglesia en esto es fundamental, y aunque creo que hemos mejorado en algunos derechos, es más complejo, porque cuando Cristina Kirchner asume el poder y se pronuncia contra el aborto, lo hace con una renegociación de la relación con la Iglesia y, a través ella, con los sectores de poder. Entonces lo que falta es una construcción que van a tener que hacer los actores correspondientes: los movimientos sociales, las mujeres mismas.
Leé la entrevista completa en www.panyrosas.org.ar